EL BIGOTE DE VINCE GUARALDI
Vincent Anthony Dellaglio
17 de Julio de 1928,San Francisco
6 de Febrero de 1976,Menlo Park
Mi padre tenia bigote.
No era tan exageradamente cool como el de Vince Guaraldi,pero lucia cuidado y hermoso,refinado hasta mas no poder,todo un dandy.Hoy en dia los hípsters se dejan barba y se la cuidan en lugares de moda,creyendo ser originales,pero hubo un momento en que la gente elegante,como mi padre,se dejaban un fantastico bigotillo que se cuidaban todas las mañanas antes de ir a trabajar.
- ¿ Me lo dejo ?- le preguntaba a mi madre-,y ella,sabiamente le contestaba lo siguiente:
- Si a ti te gusta,dejatelo,a mi no me molesta- Y asi funcionaban las cosas en casa.
Estos recuerdos y esta historia me ha venido a la cabeza al recordar a Vince Guaraldi,esto y un articulo leído en el blog de un buen amigo.
Para que engañarte,Vince Guaraldi nunca fue muy popular entre la critica especializada y los llamados expertos del Jazz.Su estilo pianístico era un producto hibrido que venia de los pianistas mas populares de la Costa Oeste y músicos como Dave Brubeck y Cal Tjader.
Pero también de idolos como Nat King Cole,que a estas alturas deberías de saber que eran uno de los grandes pianistas,y genios como Ahmad Jamal.
Guaraldi improvisaba con todo esto en la cabeza,desde la claridad tocando las notas y con el espíritu elevado hasta el cielo,y siempre con un sonido dentro del jazz mas cool.
También fue un compositor de gran maestria y talento,siempre atento a los nuevos sonidos,algo que hizo que su música fuese la clave para que mucha gente que se aburria con el Jazz,disfrutara con lo que estaba oyendo y que,de otro modo,hubiese ignorado por completo el estilo musical.
Nacido en San Francisco,Guaraldi comenzó a tocar el piano imitando a los grandes pianistas del boogie-woogie y del ritmo y blues de su juventud,para mas tarde formar un trio de piano,contrabajo y bateria,que estaba directamente inspirado en el Nat King Cole Trio,antes de empezar una larga gira que duro varios meses con la banda de swing de Woody Herman.
Empezando la década de los 50,Vince Guaraldi entre en el grupo de el vibrafonista Cal Tjader y su trabajo junto a Tjader hizo que se enamorase profundamente de toda la música latina,que iba a ser muy importante años mas tarde.El resto de la década transcurrio con el pianista bigotudo alternando la dirección de su trio con su participación en bandas importantes de la Costa Oeste,como la de Frank Rosolino y Bill Harris.Fue durante esos momentos cuando entro en los estudios de grabación por primera vez y con un estilo que también bebia de maestros como Oscar Peterson.
Sus composiciones propias empezaban a llamar la atención por su originalidad y frescura,algo asi como estar en un sueño del que no te quieres despertar,en el que quieres vivir como banda sonora.
Hacia comienzos de los años 60,Guaraldi utilizaba el contrabajo y la bateria como espejo de lo que estaba haciendo Ahmad Jamal con su trio,y cada vez mas inmerso en lo que se llamo Latin Jazz.
Y asi,en 1962,le llego el gran éxito con la composición y grabación del tema favorito:" Cast Your Fate To The Wind.",cancion que se convirtió en un éxito masivo y uno de esas melodías que todo el mundo quiere grabar y hacerla suya,pero no,para siempre sere de todos,y de Vince Guaraldi.
La combinación de todo esto con el tratamiento que Guaraldi le dio a las canciones de la conocida obra maestra cinematográfica: "Orfeo Negro",1959,de Marcel Camus y con un guion de Vinicius de Moraes,le supusieron al pianista de San Francisco un éxito masivo y unas ventas millonarias,con la consecuente obtención de un Premio Grammy.El encuentro de Guaraldi con esta banda sonora formaba parte de la lógica inevitable y a partir de entonces tambien formo parte de su repertorio mas querido por el publico en general,pero también por las audiencias mas exigentes del Jazz.
Junto a Monte Budwig al contrabajo y Colin Bailey a la bateria,Guaraldi y su piano conseguían lo que solo se consigue muy pocas veces en la vida: una comunicación emocional que va mas alla de donde vengas o de quien seas,y además desde el respeto al material original de Antonio Carlos Jobim y de Luiz Bonfa,los modernos compositores brasileños.
De San Francisco a Rio de Janeiro,es como ver la vida pasar delante de tus ojos,con sus alegrias y sus tristezas,con la miseria pero también la belleza del mundo,Vince Guaraldi había encontrado su lugar.
A mediados de la década Guaraldi decidio continuar por ese camino con las composiciones escritas para la pelicula "A Boy Named Charlie",1963,de Lee Mendelson,y basada en los personajes de Charles M. Schulz,que también contribuyo en el guion.
Otras veces se repitieron las ventas masivas con un material que ya formaba parte de cultura popular de los Estados Unidos,pero que esta vez hicieron que la música de Vince Guaraldi fuera conocida en el mundo,y esta vez atada a unos personajes míticos.
Guaraldi también tuvo otro momento importante en 1965;una especie de Misa de Jazz que se llevo a cabo en uno de los monumentos religiosos mas importantes de su ciudad: la Grace Cathedral,y también continuo trabajando en la composicon y actuando durante los años 70.
La muerte le llego de una manera sorpresiva en 1976,justo después de una actuación en un club llamado Butterfield's de la pequeña ciudad de Menlo Park.Solo tenia 47 años y aun tenia un monton de ideas en la cabeza,como por ejemplo,darle su tratamiento a las canciones de los Beatles,cosa que ya había hecho con temas como "Eleanor Rigby" o el "I'm A Loser".
un texto del Ecos de Sociedad para La Vieja Ola...
Charlie Brown y su perro Snoopy son dos personajes icónicos. Si a alguien le pesa, que cierre este sitio ahora. Los monitos creados por el implacable Charles M. Schulz son tan parte de la cultura popular como la Coca-Cola o Frank Sinatra: todo el más o menos
enterado sabe que los Peanuts son algo a lo que hay que prestarle atención. Amar u odiar el tebeo en cuestión ya es criterio de cada cabeza, pero ignorarla es Pura Necedad.
Como todo Lo Que Realmente Importa, los Peanuts están rodeados de historias y leyendas. Sus personajes, delineados cuidadosamente por la mano neurótica y obsesiva de un sujeto tímido y reservado, hablan mucho más elocuentemente
que nadie y nacieron de la total confusión de una mente peleada con el mundo. Tal como los personajes de Tennessee Williams o Woody Allen. Personajes reflejo de una compleja y privilegiada personalidad, capaz de entender
demasiadas cosas y, por tanto, cuestionarlas. Desde los años 50 y hasta la muerte de su creador, Charlie Brown, Snoopy, Lucy, Linus, Sally, Schroeder, Peppermint Patty, Pigpen y todos esos monitos cabezones fueron un
reflejo fiel de lo que pasaba por su cabeza (y de lo que pasaba en El Mundo): confusión y desencanto, la Sensatez desesperada del que ve la marcha del mundo y no puede –incluso en toda su incomprensión y lucidez– hacer mucho por detener tal locura.
La tira cómica, ya popular durante el final de los 50 y el inicio de los 60 del XX, se convirtió (inevitablemente) en un programa televisivo en 1965. El productor Lee Mendelson, en equipo con el animador Bill Melendez, animaron a Charlie Brown y a todo el universo
Peanuts para un especial animado para la TV. El éxito fue tal que siguieron muchos más especiales: no sólo los conmemorativos (Navidad, Halloween, San Valentín) sino series escritas especialmente por Schulz y sus obsesiones (el enamoramiento fallido, la pérdida
de un amigo, el equipo destinado a perder). Es redundante decirlo, pero las series fueron un éxito total. Rotundo. Espectacular.
La animación era buena. Los guiones, mejores. Las voces, impecables. Pero un sujeto colaboró como casi nadie para que Charlie Brown se convirtiese en un suceso. Un tipo nacido en San Francisco (of all places), un tal
Vincent Anthony Guaraldi. Pianista entrenado en el boogie-woogie más primitivo, ese en el que la técnica refinada consiste en aporrear las teclas más fuerte y con más estilo que nadie, pasó su juventud tocando en bailes, clubes desiertos y cafeterías. Vince
Guaraldi, como le llaman (aún ahora) sus amigos, se curtió bebiendo y tocando música con distintos músicos de la región, incluso supliendo al gigantesco Art Tatum en alguna ocasión (sería como si cualquier hijo de vecino entrase en un partido de fútbol a suplir
a Puyol en la defensa central del FCB de Guardiola). La experiencia adquirida le llevó a tocar con el grupo del maestro Cal Tjader, así como se lee.
Para cualquiera este habría sido el punto más alto de la vida. Pero no para Guaraldi. No conforme, formó su propio trío, se puso a girar y exigió a sus manos educadas tocar aún mejor el piano. Su primitivo estilo de tres acordes se convirtió, para entonces,
en un jazz suave as hell, elocuente, impactante: imposible de ignorar. Una de las cosas más difíciles para un músico es encontrar un sonido único y personal; tras los años de obsesión y de noches enteras invertidas sobre
el teclado, Guaraldi tenía uno.
La historia viene a cuento porque, precisamente, Lee Mendelson paseaba en su auto, planeando el primer especial de TV de Charlie Brown, cuando escuchó en la radio una pieza que llamó su atención y taladró su cerebro. “Cast Your Fate To The Wind” era la tonada
en cuestión, un lado B que algunos DJ’s habían elegido tocar en lugar de la canción principal. Al piano estaba Vince Guaraldi y para Mendelson, como para millones de personas después, el mundo cobró sentido.
Contactó con ese tal Guaraldi y le encargó componer música original para las series de
Peanuts. Lo que sigue, dice el cliché, es Historia, pero aquí con mayúscula. Los amigos y colegas de Vince Guaraldi sabían que él siempre había soñado con componer un
standard de jazz, una pieza trascendente. Lo iba a lograr y vaya: su estilo sincopado, su mano izquierda desquiciada (casi siempre tocando temas cambiantes e imposibles) y su mano derecha haciendo extrañas figuras melódicas
eran garantía de calidad. Ya entonces incluso presumía su excentricidad –antes disfrazada de timidez– portando un gigantesco bigote y las ropas más brillantes de toda Califas. Una de las leyendas alrededor de
Peanuts había nacido, tal vez la más grande de todas.
No se puede pensar en Charlie Brown, en animación, sin el piano de Guaraldi. Cautivadora como tienda nueva, impactante como supermodelo en paños menores, su música era todo un suceso. Capturando la inconmensurable melancolía dominguera de Charlie Brown y su
filosofía cuasi existencialista, pero también dando un poco de luz a la neblina Schulziana, esa música se hizo inmortal. El sueño de Guaraldi cumplido, estableciendo
standards no sólo en el jazz, sino en el Pop: basta con escuchar “Linus y Lucy”, una de sus obras maestras, para caer destrozado y rendido ante Vincent Anthony Guaraldi, el estrafalario, el genio, el indeciso que un buen
día encontró el sonido que buscaba y cuyas manos pudieron más que su cabeza.
Durante toda la siguiente década Schulz, Snoopy, el cabezotas de Charlie Brown y Vince Guaraldi hicieron reír y llorar a millones. La televisión valía la pena. Todo valía la pena. El círculo estaba completo con esa música, ese piano hipnotizador. La Historia
se escribía.
Los especiales de TV de Charlie Brown y Peanuts son, hoy, icónicos y rescatados a la menor provocación: retransmisiones, reediciones en VHS y DVD, remasterizaciones y tributos hay por donde sea. La música de Vince Guaraldi es, por supuesto, parte esencial.
No hay Charlie Brown sin ese piano casi demencial…
Guaraldi murió, súbitamente, en 1976 de un ataque al corazón, en un descanso de una actuación de su trío. En su funeral, los parlantes de la iglesia vibraban con
Linus y Lucy y la concurrencia no pudo dejar de llorar. Charlie Brown perdió un amigo.
Lo bueno es que Schroeder encontró una nueva obsesión, junto a Beethoven: Vince Guaraldi.
un texto de La Trampa del Bulevar...
" Los domingos siempre salen mal,pero el fin de semana,solo me comprende Schulz…"
La Nariz de Charlie Brown,Los Padrinos
y el bigote de Vince Guaraldi...
Charlie Brown's Time
Left us for another place
Goodbye,goodbye
Charlie Brown it's time
Time to make the canine heaven
Goodbye,goodbye
Charlie Brown is gone
Left us all with the watery eyes
Goodbye,goodbye
Una Cancion de Colin Hare...