viernes, 7 de agosto de 2015

Capítulo 22 (El traje azul)

Fue mi primer traje de tres botones. Smart Dress. Aún lo tengo guardado en algún armario, con una quemadura de Lucky Strike en la manga izquierda. Era de color azul marino y me lo hizo un sastre que se llamaba Jacinto del Rosario. Un viejito encantador que se mostró muy sorprendido por mi decisión de hacerme un traje a medida. ¿Un traje?

Fui una tarde de verano a que me tomase las medidas y la tela ya la había elegido unas semanas antes en una tienda en donde me hacían un buen precio. La pagué al contado con uno de mis primeros sueldos como mozo de almacén en unas grandes naves de las afueras de la ciudad. Compré varios metros y se los llevé al sastre, que los midió y cortó con destreza.

Unos pocos días después tuve que ir a hacerme una primera prueba que fue realizada por Francisco del Rosario, el hijo y mano derecha de Jacinto, y que entendió perféctamente mis ansias modernistas en la forma de vestir.

Aún recuerdo aquella sastrería tan pintoresca. Estaba en un primer piso y la puerta y todas las ventanas siempre estaban abiertas, con señoras entrando y saliendo acompañadas de sus hijas. También a ellas les llamaba la atención que un chico de veinte años y pico se estuviera haciendo un traje como aquel y que tuviera las cosas tan claras. Ese era yo.

Menos de un mes después, el traje estaba acabado y fui a probármelo. Allí, delante del espejo, me sentí orgulloso de mí mismo. Puro narcisismo. Un traje de corte clásico y discreto. Elegante y sobrio a la vez. Fantástico. Me costó 22.000 pesetas de aquellos días y trabajadas con mi sudor. ¡Qué bien saben esas cosas que pagas con tu trabajo! Un dinero bien gastado, sin duda.

Salir los sábados con aquel traje era el no va más del modernismo para mí. Me daba igual lo que me gritaban por la calle. Me daba igual que hubiese gente que incluso se preocupase de escribir a modzines a la península para insultarme, sin ni siquiera haber hablado conmigo cara a cara.

Llamaba la atención pero eso me daba igual también, es más, me gustaba. Yo era diferente a los demás. Me sentía bien. Me sentía guapo. Me sentía cómodo. Especial. Diferente y único. Aquel traje solo lo tenía yo. No era de segunda mano. No era ropa usada. Aquella había sido una gran idea. Aquel traje me distinguía del resto de la gente jóven y fue un primer paso como Face en la Escena Mod española. Todo un símbolo. No más búsquedas en el armario de los abuelos o de los padres. No más mercadillos de segunda mano o ropa que había pertenecido a otras personas, a otras gentes o a otros Mods.

Las escapadas a Londres a por la parka seguían siendo una opción interesante y en Estados Unidos había unas tiendas fascinantes en donde comprar ropa nueva... Pero aquel traje azul marino marcó un antes y un después de lo que significa ser Mod para mí. Un traje azul de tres botones hecho a la medida.

No estoy diciendo que haya que renegar por completo de alguna compra o alguna herencia: aún guardo y me pongo con cariño y respeto un foulard o una especie de corbanda de mi padre que es de marca Rhodia, italiana, de varios colores. Tiene más de cincuenta años y aún está conmigo como si fuera un tesoro único.

Tampoco me niego a alguna incursión en viejas tiendas de ciudades antiguas o esa camisa Paisley que era de alguien que no se lavaba demasiado... pero, tampoco vale todo, no? Un poco de imaginación y esfuerzo nunca sobra. Prefiero un traje nuevo, ropa usada o herencia familiar, antes que la moda actual basada en la década de los 60, que quede claro esto.

El estilo Mod de vestir ha sido y es mil veces copiado, masacrado y prostituido y no estoy dispuesto a gastarme dinero en eso. ¡Allá los demás! Es solo mi opinión, no es casi ni un consejo... pero aquel traje azul, mmmh! Fue el primero. ¿De qué color será el próximo? ¿Negro? ¿Gris? ¿Púrpura? Veremos... En cualquier caso será perfecto para bailar aquello de...


VESTIDO AZUL - Shelly y Nueva Generación

Estaba paseando,
estaba sola,
con el vestido nuevo que llevo ahora,
pues nadie me miraba,
y estaba triste.
La niña más feucha,
ellos hacían sentirme.
Andaba por la calle
sin rumbo fijo,
entonces entre la gente
surgió aquel chico.
Dijo que estaba linda con mi vestido
Vestido azul, del color que tiene el mar.
Vestido azul, en un día primaveral.
Hablamos mucho tiempo de nuestras cosas,
Pasaron enseguida varias horas,
Pronto llegó el momento de despedirnos,
y solo con mirarle,
supe que era mío.
De todos los colores es el más lindo,
y gracias al azul conocí a mi chico.
La rueda de la suerte
me dio un vestido...
Vestido azul,
del color que tiene el mar.
Vestido azul,
en un día primaveral...