martes, 4 de agosto de 2015

The Music Machine vistos por La Vieja Ola



No creo en la suerte. No creo ni en la mala suerte ni en la buena suerte. Me gustan los gatos negros y cada vez que veo una escalera paso por debajo de ella. Nunca creí en vampiros y zombies. Nunca entendí esa pasión del ser humano por los amuletos de la suerte. Las patas de conejo y otras zarandajas. Solo sé que aquel amuleto llamó mi atención desde la primera vez que lo ví.
Era una medalla extraña comprada en algún bazar hip de Los Angeles o tal vez era el regalo de una bruja, porque dicen que haberlas, las hay.
Todas las religiones, blancas o negras, tienen sus amuletos pero yo aún dudo de sus efectos. En todo caso, sí creo en la energía de los objetos inanimados como canalización de nuestro poder. Una piedra, una pluma, una brizna de hierba.
Ese misterioso colgante estaba en el cuello de un antiguo folksinger californiano que formó una banda sofisticada y salvaje a la vez. Un tipo que se convirtió en todo un personaje por el misterio obsesivo de una sola canción que fue un éxito más importante de lo que puede parecer a primera vista y por un look macabro y sombrío, a todas luces a contracorriente en una California soleada llena de buenas vibraciones.
Una canción te puede cambiar la vida y a eso lo suelen llamar Pop... The Music Machine suelen estar en las listas de grupos de Garage pero hay veces que nos dejamos llevar por las etiquetas, y este es uno de esos casos. Realmente no sonaban como nadie antes había sonado. Realmente no recordaban a nadie que hubiera existido antes.
Aquellos chalecos de cuero negro... Los jerseys de cuello alto... pantalones negros y botas negras... guitarras y amplificadores a juego... los cabellos teñidos de negro y cortados exactamente iguales... Y por último, pero no menos importante, los guantes: Un guante negro en la mano derecha para las actuaciones o un guante en la mano izquierda para la vida pública y las entrevistas. 18 dólares el par. 3 ó 4 pares por semana. Ellos eran THE MUSIC MACHINE...
  • KEITH OLSEN, bajo
  • DOUG RHODES, teclados
  • RON EDGAR, batería
  • MARK LANDON, guitarra solista
  • SEAN BONNIWELL, voz y guitarra
Thomas Harvey (Sean) Bonniwell era nativo de Los Angeles. En el instituto formó a un trío de folk que se llamaron The Nobleman y ya entrada la década de los 60 estaba en otro combo folkie con el nombre de The Wayfarers, otra de esas formaciones como el Chad Mitchel Trio donde estaba un tipo llamado Jim McGuinn.


The Wayfarers llegaron a sacar tres lp's y varios singles con RCA Records, pero esta no es la parte de la historia que más me interesa.
El bajista de este grupo consiguió unas actuaciones en su ciudad, Charleston, Carolina del Sur, y allí se fueron dispuestos a convertirse en estrellas locales. Vaya si lo consiguieron. Llegaron a tener su propio club llamado The Hungry One, que se convirtió en una estación obligatoria para todos los folkies en gira por la Costa Oeste.
Fue la Invasión Británica de grupos beat lo que lo cambió todo. Desde Dave Clark Five hasta aquella mítica actuación de The Beatles en la tele que parece que todo el mundo vió.
Era el año 1964 y todo empieza a cambiar. Todo empieza a cambiar, desde las ideas hasta los cortes de pelo. Los pelos crecen y matan a Kennedy, los primeros movimientos Anti-Vietnam y la conciencia social, las drogas y la liberación femenina. Para la gran mayoría solo hay una diferencia sobre todas las demás: ¿Cómo llevas el pelo? Largo o corto?
Los tradicionalistas más cerrados del Folk rechazaban los nuevos sonidos en bloque pero Sean Bonniwell era de los que se deja crecer el pelo. Jim McGuinn habló con él para que entre en su proyecto The Jet Set. Se conocen desde hace tiempo ya pero a Bonniwell le parece ridículo el nombre y le dice que no. Un tiempo después tendrían algún problema que otro en un concierto en el Anaheim Convention Center.
Es ya el principio del 1965 y Bonniwell se cansa de Charleston. Aprovecha la ocasión de que por allí pasa una banda llamada The Goldbriars y se une a la formación, convirtiéndose también en el manager así como el cantante. Era el veterano que ya se las sabía todas. Se hace amigo del batería que se llama Ron Edgar y juntos vuelven a un Los Angeles en efervescencia donde todo el mundo quiere tener un grupo.
Las estrellas del momento son The Byrds... Sí, se cambiaron el nombre. Folk y Rock aúnan fuerzas y el conservadurismo de los puristas ya no importa, sobretodo porque aquello también da dinero. Protesta + Melodia= Dólares. Esta es la ecuación que ven los productores.
Justo antes del Verano de 1965, Bonniwell forma una banda llamada The Ragamuffins, en donde Ron Edgar está en los tambores y su viejo colega Keith Olsen está al bajo. Entre alguna versión que otra, las canciones originales que tocan ya son las de The Music Machine. En ese momento se unen a la formación Landon y Rhodes.
Son contratados por una agencia de management y se van a San Jose para estar unas semanas allí tocando. Obligados por dicha agencia visten con unas largas capas al estilo Batman, serie de televisión que estaba de moda en esos momentos. Ni ellos ni su público están de acuerdo con esta idea, pero también hay muchos adolescentes que abren los ojos mirando a la banda.
El sonido es compacto. Las canciones originales son de Bonniwell pero todos ponen algo de su parte y así surge la compenetración. El organista Doug Rhodes le da un toque genial y la guitarra de Mark Landon hace unos punteos precisos. Todo es empujado por la sección rítmica y la voz de Bonniwell es de una matizada aspereza, rica en detalles.
Todos juntos forman un contrato de grabación con un productor llamado Brian Ross. Después resultaría mucho más que eso. Los ensayos son ya continuos en el garage de la casa de Bonniwell en San Pedro y su primer público es la gente joven del barrio, que se acerca cada tarde a escucharlos.
En noviembre de 1966 saldrá el primer single que tiene en la cara A el Come On In, pero en la cara B está la joya de la corona. Es una canción que los DJ's de las radios prefieren a la que suponía que sería el tema de éxito.
Sí; es Talk, Talk. Entra directamente en las listas llegando a estar en el número 14 y sin parar de sonar en las emisoras, sobretodo en la favorita del momento que es la estación KRLA.
Un minuto y 56 segundos. Los mejores 150 dólares gastados del Rock. 4 pistas. En el estudio C de la RCA angelina. Sean Bonniwell escribió la canción mientras esperaba a su novia a la salida del trabajo. Tardó 20 minutos en componerla. Lo que tardan algunas chicas en arreglarse? Sólo hubo dos tomas de grabación y los arreglos los hizo unos minutos antes de entrar al estudio. Varias décadas después el misterio sigue intacto. Misteriosa composición que empieza por el título repitiéndolo 3 veces y después no se vuelve a mencionar hasta el final. Un hit sin estribillo reconocible y en el medio, dos sólos de guitarra muy cortos que recuerdan al trabajo de Jimmy Page en The Yardbirds. Directos a la leyenda. La banda tenía conciencia de que aquella canción era diferente, pero nada más. Jazz japonés, bromeó Bonniwell con los demás.
The Music Machine fue uno de los grupos, sino el primero que fue bautizado como The Rolling Stones de los Estados Unidos.
Empiezan a aparecer en las televisiones haciendo playback y con sus pintas. Aunque yo creo que asustan más las adolescentes con sus gritos. En el programa Where The Action Is se convierten en unos favoritos y les programan varias veces en diferentes semanas. Aquellos guantes negros les dan una reputación de gente malvada, gente peligrosa... Y ya se sabe el encanto que tiene todo esto. Más si cabe cuando está encajonado en un electrodoméstico al que el pueblo norteamericano creía como si fuera la Biblia.
The Music Machine eran vistos como místicos en un momento que se empezaban a vislumbrar los cambios que vendrían después. También sus ideas musicales eran diferentes.
Para el primer Lp, que se llamó Turn on, los instrumentos estaban afinados lo más grave posibles y Bonniwell no se cansaba de decirle a Edgar que no tocase los platos con tanta facilidad, solo para acentuar el sonido. Mientras, Keith Olsen solo tocaba la parte más alta del mástil de su bajo, adoptando esa pose tan característica. De todos aquellos detalles salía un sonido más grave, cavernoso y casi gutural. Solo sus supuestos enemigos del momento que eran The Blues Magoos les podían igualar en alguna batalla psicodélica.
Otra de las ideas de Bonniwell se quedaría en un simple proyecto. Pensaba que todas las canciones del disco tenían que estar unidas, encadenadas entre sí y sin dejar espacios ni tiempos muertos. Ocho meses después saldría el Sgt. Pepper... de The Beatles.
El segundo single que avisaba la salida del álbum fue en Enero de 1967 con las canciones The People In Me y Masculine Intuition, donde destaca otra vez la voz de Bonniwell.
El lp salió con el sello Original Sound y el productor se asustó de todas esas novedades que hacía el grupo. Así que aprovechó una de las giras de la banda para hacer sus componendas. Aunque la primera de toda había sido comprarle el nombre "The Music Machine" a Sean Bonniwell, asegurándole una carrera con futuro.
Brian Ross reorganiza el supuesto caos y el disco es algo diferente a lo que tenían pensado. Combina temas originales con versiones de éxitos del momento. Ahí están el C.C. Rider, el Cherry de Neil Diamond, el Taxman de The Beatles o el 96 Tears de Question Mark & The Mysterians.
Por supuesto, sobresalen los temas originales. Canciones como Trouble, Come On In, una preciosa canción lenta llamada Some Other Drum, un remedo del Talk, Talk que se llama Wrong -algo típico de los grupos de la época, si habías tenido éxito con un tema, pues haces otro parecido y así sucesivamente.
Un tercer single contenía el Double Yellow Line y Absolutely Positively.
Es entonces cuando la leyenda del gafe y las malas elecciones de Music Machine empieza a hacerse real. Tal vez ya había empezado todo por dejarse manejar por el productor. Lo que importa es que hubo una necesidad de dar otra vez con un éxito que les llevara a las listas y el grupo acordó un contrato de exclusividad con la programación de una emisora que había sido recién inaugurada y que no tenían mucha idea de cómo iba el negocio musical del momento.
Esto hace que Bill Drake, auténtico gurú de las radios en Los Angeles y que les había apoyado desde el principio, se sienta traicionado y les haga un boicot. Esto ya se notó con el segundo single, que no sobrepasa el número 38 de las listas, a pesar de ser una canción también mítica como el The People In Me, cientos de veces versioneada después.
Otro fallo imperdonable fue decir que no a una gira que les hubiese llevado por toda Inglaterra. Pero aún hay más; dijeron que no al Festival de Monterrey por dar un concierto en Baton Rouge.
Les contratan para dar unos conciertos en la gélida Minnesota y fletan un avión para ir todos juntos hacia allá. Se encuentran con un avión que solo tiene un motor que funcione y que el piloto es de la vieja escuela y suele volar totalmente borracho. El panorama es bastante negro. Los amplificadores Voxx pesan toneladas y durante el viaje empieza una gran tormenta de nieve. Parecía que era el final de The Music Machine y, tal vez, la entrada en el mito o el esfumarse en el recuerdo... Entonces un intrépido Keith Olsen se puso a pilotar el avión, ya que había tomado unas lecciones de vuelo pero sin haber pilotado jamás y sin que el resto de la banda lo supiera. Keith consiguió aterrizar y el susto pasó.
Problemas más simplones eran aquellos que hablaban de unos The Music Explosion, una banda inventada desde la factoría Bubblegum de Buddah Records de Neil Bogart. El tándem de compositores de la doble "K": Jerry Kasenetz y Jeff Katz, se sacaron del sombrero a un grupo que hacía todo lo contrario que los de Sean Bonniwell. Si no demasiado en lo musical, sí en el look. Haciendo una especie de Garage Pop muy del gusto de cierta escena neoyorquina. Allí cantaba el estupendo Jamie Lyons, que después sacó varios singles en solitario.
El segundo Lp ya era la demostración palpable que el grupo se había desmembrado, grabado con Warner Brothers, aún incluye algunas canciones que fueron grabadas por la formación original. Pero el Bonniwell Music Machine de 1967 es un proyecto del cantante con otros músicos como: Joe Bludd (guit), Fred Thomas (bajo), un tal McKinley (teclados) y Jerry Thomas. Los demás estaban ayudando en otros proyectos como Millenium, de Gary Usher y Curt Boecher y después formando Sagittarius, antes de tomar caminos diferentes.
Hay un Lp perdido que fue grabado en 1969 y llamado Ignition, pero ha sido incluido en reediciones posteriores. Así como ediciones en donde se reunen los singles y alguna rareza, The best of..., 1984 y otra de Sundazed Records llamada Beyond The Garage, 1995, con unas notas muy interesantes.
Destacar también el disco que Sean Bonniwell sacó en solitario en 1971 con Capitol Records, se llamaba Closed, y siempre quedará la duda de si este proyecto fue el causante de que The Music Machine no siguieran juntos. Es ese sino maldito y leyenda negra que les acompañó desde el principio.
Un mal ácido te puede llevar a un mal viaje. Bonniwell entró en una especie de secta llamada "Niños de Dios" y el mundo de la música ya no era lo más importante.
Volvería a grabar algunas cosas en los 80. Algo de rock cristiano (?) con el grupo Heaven Sent y un disco llamado Star Witness. Bonniwell era ya uno de esos New Christian Born, o Renacidos Cristianos. Es curioso citar cómo muchos hippies se volvieron muy religiosos con el cambio de década. Es algo que siempre estuvo ahí en el subsconsciente de la contracultura.
Keith Olsen se hizo productor de bandas como Fleetwood Mac y The Grateful Dead.
Ya en los Años 80, toda esa hornada de grupos de Garage reivindicó a The Music Machine y los sacaron del olvido. Sean Bonniwell ha reunido al grupo o, por lo menos, ha vuelto a utilizar el nombre del grupo y oyéndolo hablar tienes la sensación de que es un buen tipo, más allá de su fascinación religiosa.
En mi cabeza sonará siempre Talk, Talk... y me compraré un amuleto, aunque no crea demasiado.

LA VIEJA OLA MACHINE FAVOURITE SONGS:

  • Double Yellow Line
  • Point of No Return
  • Citizen Fear
  • The Trap
  • Me, Myself and I
  • This Should make you happy
  • You will love me again
  • Mother Nature/Father Earth
  • The Eagle never hunts the fly
  • Talk me Down
  • Bottom of The Soul
  • Burn Like a Boy
  • Masculine Intuition
  • The People In Me