David Bailey fue uno de los primeros artífices del Swinging London. Perteneció junto a los Beatles, Michael Caine o Terence Stamp al Círculo de la Nueva Juventud. Casado con Catherine Deneuve, novio de Jean Shrimpton, inspirador de Blow Up, descubridor de Penelope Tree, habitual de Lord Snowdon, sus fotos de grupos pop y modelos dieron la vuelta al mundo.
El historiador Ryner Benham definió el nacimiento del Pop-Art en Inglaterra como "la revancha de los alumnos de la escuela primaria".
David Bailey realizó su primera portada para Vogue en 1961, en los mismos momentos en que los pintores pertenecientes al movimiento pop cosechaban sus primeros éxitos en los medios de comunicación de Londres y Nueva York.
Del mismo modo que los artistas Pop hicieron saltar por los aires el carácter elitista del arte inglés, la nueva orientación que tomó la fotografía a partir de Bailey contribuyó a erradicar la idea de moda como pasatiempo de ricos. Bailey incorporó el SEXO a la fotografía de moda y siempre se propuso que sus mujeres resultaran D-E-S-E-A-B-L-E-S.
En 1961, fotografió por primera vez a Jean Shrimpton. Su carácter, su personalidad y su manera de trocar la sensualidad en inocencia convertían a esta modelo en el vehículo ideal para las ideas que Bailey quería expresar. En tres años, durante los cuales fueron inseparables, se convirtieron en los favoritos, no ya sólo del mundo de la moda, sino de los medios de comunicación.
Bailey nació en el East End, pero quiso alejarse de él. Un sistema tradicional de alejarse era, por aquella época, convertirse en músico de jazz: "Y de esa manera compré una trompeta y rogué a Chet Baker que me enseñara a tocarla". A pesar de las lecciones del experto jazzman, Bailey comprendió que no lo conseguiría nunca.
En 1958 a la vuelta del servico militar, comenzó a colaborar con Vanity Fair y Flair. La nueva orientación que Bailey proponía le colocó pronto en primer plano. En 1960 le ofrecieron un contrato en Vogue y sus éxitos se sucedieron. En el 61 ya realizaba portadas y por aquella época comenzó a colaborar con las ediciones americana e italiana de la revista.
A principios de 1962, Bailey realizó una serie de fotografías que reproducen el paisaje urbano del East End de Londres, el barrio en el que vivió durante muchos años, y que pueden considerarse integradas dentro de lo que él llamó un trabajo personal que respondía a impulsos exclusivamente emocionales.
En el curso de 1962, Bailey desarrolló gradualmente un estilo personal en fotografías de moda -en especial las de estudio- basado en la simplificación, en la elegancia de la iluminación y en ciertas poses que recuerdan la obra de los influyentes Richard Avedon o Irving Penn. Y fotografió un mundo de color y exceso.
Durante este período le dio una nueva orientación a la fotografía de moda, trabajó en la calle rodeado de situaciones cotidianas e introdujo el estilo de los reportajes en la foto de moda, dando testimonio así del frenético ritmo de la vida moderna del Swinging London que le rodeaba.
Desde su segundo encuentro en 1961 y hasta 1964, Bailey y Jean Shrimpton vivieron y muchas veces trabajaron juntos. A finales de 1963, Bailey obtuvo el divorcio de su primera mujer y cuando todos esperaban el matrimonio con la modelo, el sonado idilio llegó a su fin. Pudo ser en ese momento cuando Bailey perdió el interés por la moda, que no redescubriría hasta 1970.
Su creciente interés por el retrato, tal vez la causa de su nueva ruptura con Jean Shrimpton, le convirtió en el más conocido fotógrafo del Swinging London. Muchos de los más populares personajes del ambiente londinense figuraban entre sus amigos: estrellas del pop tales como los Rolling Stones, los Who o los Beatles y creadores de moda como Mary Quant, así como actores de la talla de Terence Stamp o Michael Caine.
Al término de 1964, David Bailey decidió recopilar imágenes de estos amigos y conocidos en una publicación titulada "David Bailey’s Box of Pin-Ups". Aparecida en 1965, consistía en una serie de 35 fotos de gran formato contenidas en una caja que ofrecía al comprador la posibilidad de descartar las copias que no le interesaban. El único común denominador era el éxito de los personajes reproducidos. Sin embargo, el hecho de que los hermanos Kray, conocidos gangsters, apareciesen junto a un miembro de la familia real, Lord Snowdon, suscitó críticas. Podía suponerse, en cierto modo, que Bailey intentara en esta selección de personajes hacer la glosa de la supuesta sociedad interclasista de su tiempo.
El "Box of Pin-Ups" atrajo la atención de la crítica hacia Bailey como retratista y comenzó a ser considerado como algo más que un fotógrafo de moda. Su prestigio se consolidó con la que se puede considerar su despedida oficial de los años 60, publicada bajo el nombre de "Good Bye Baby and Amen". En "Good Bye...", colección de retratos más extensa que "Pin-Ups", se hacía gala también de una mayor variedad de recursos técnicos. En ella se encontraban primeros planos, en algunos casos poco complacientes, y elegantes, difuminadas y románticas tomas de estrellas cinematográficas como Raquel Welch, que contrastaban a su vez con el efecto de imágenes de Julie Christie y Diana Vreeland. Sin embargo, igual que la anterior, los hombres eran mayoría. Es notable su preferencia por retratar hombres.
La actriz francesa Catherine Deneuve apareció en "Good bye Amen", si bien en el momento en que el libro fue publicado estaban a punto de divorciarse. Habían contraído matrimonio en Londres en el verano de 1965, en medio de un gran revuelo de los medios de comunicación. Mick Jagger fue testigo de la boda y su indumentaria informal provocó considerable escándalo.
Aquel año Bailey conoció a Penelope Tree, joven modelo americana, hija de un banquero millonario que fue su compañera y modelo hasta 1973. Si Jean Shrimpton había sido un símbolo en la primera mitad de los sesenta, Tree encarnaba, según Bailey, el prototipo de mujer característica de la segunda parte de la década.
La moda cambiaba bajo la influencia del movimiento hippie: las faldas volvían a alargarse, los tejidos se hacían más suaves y comenzó a estar de moda el llamado Ethnic Look. El extraordinario porte de Penelope Tree la hacía parecer como de otro planeta, el lugar perfecto de origen de aquellos años. Las fotos que Bailey realizó con ella muestran pocas huellas e influencias de sus anteriores creaciones. Con la modelo americana, Bailey entró a formar parte de la llamada cultura de la droga, en la que, a pesar de sus largos cabellos y su desenfrenada reivindicación de libertad de opciones vitales, nunca se sintió cómodo.
La cultura hippie estaba lejos de parecerse a la imagen que de Londres dio Michelangelo Antonioni en 1967 con Blow Up. Se ha dicho que el retrato del fotógrafo Thomas en la película está basado en la forma de vida de David Bailey. Se trataba de una afirmación en parte cierta. Francis Wydham, íntimo amigo de Bailey, había recibido de Antonioni el encargo de elaborar la documentación preliminar con vistas a la preparación de la película, que recogió en un informe de doscientas páginas.
En 1964, Wydham había publicado un artículo en el Sunday Times, basado en entrevistas a Bailey y a sus colegas Terence Donovan y Brian Duffy, del que extrajo abundante material para el director de cine. Aún así y aunque el filme contenga datos y detalles sobre el mundo de la fotografía de moda, no se le debe tomar como una reconstrucción de los métodos de trabajo de Bailey, aunque en aquella época resultara inevitable la comparación. Como consecuencia, Bailey fue clasificado en algunos ambientes como inconsecuente y superficial.
El propio Bailey se dedicó a la dirección cinematográfica desde 1966. Había dirigido anteriormente algunos spots publicitarios y su primer medio metraje fue GG Passion. Roman Polanski colaboró en la financiación de la película, cuya trama narraba las peripecias de una estrella del Pop interpretada por el fotógrafo Eric Swayne, el cual era perseguido hasta la muerte por sus propios fans, una especie de San Sebastián de nuestros días. La película, realizada en blanco y negro, tuvo una difusión limitada dentro de la Serie B y su éxito fue más bien escaso. Si bien resultaba prometedora desde el punto de vista visual, su principal defecto radicaba en que el argumento no justificaba la media hora de duración.
Hasta 1970 no realizó Bailey su segundo trabajo cinematográfico: se trataba de un documental para televisión sobre Cecil Beaton, que fue emitido por vez primera en 1971.
A lo largo de su carrera se dedicó en numerosas ocasiones a elaborar proyectos cinematográficos, aunque ninguno llegó a cuajar.
Realizó también dos documetales de una hora de duración sobre Luchino Visconti y Andy Warhol.
El espacio sobre Warhol provocó el escándalo entre ciertas personas erigidas en guardianes de la moral británica, que intentaron evitar su emisión por considerar algunas escenas indecorosas. La publicidad que siguió al episodio le aseguró una gran audiencia aunque al emitirse el programa la reacción general fue de perplejidad ante el inexpresivo rostro del protagonista y ante el planteamiento distanciado del director. Este fue el último trabajo de cierta trascendencia que el fotógrafo realizó para la televisión.
En 1971 el director de la National Portrait Gallery patrocinó una serie de exposiciones en la primera de las cuales, Snap, se exhibieron obras del dibujante Gerald Scarfe y del pintor David Hockney, junto a fotografías de Bailey, que veía así sus obras por primera vez en un museo.
Ya en 1973, "Beady Minces" fue el primer libro que se ocupó de todas las facetas de la obra fotográfica de Bailey, una aguda reflexión sobre sus amplias inquietudes fotográficas. Más de la mitad de las imágenes del volumen son tomas de reportajes realizadas en 35 mm o instantáneas de sus viajes por todo el mundo. Junto a ellos, también aparecen catorce retratos y algunos desnudos. Uno de los retratos, el de Somerset Maugham, realizado en 1960, es el primero que se publicó. Particularmente logrados están los retratos de Phillip Jonson (1969), de Salvador Dalí (1971) y del creador de moda Erté (1973).
En 1973 realizó su primera exposición personal bajo el título de Up Till Now.
El voluble y superficial fotógrafo de los años sesenta, el que había retratado el mágico mundo del Londres de la década prodigiosa, el que supo cantar las excelencias del Swingng London, el amigo de músicos pop, modelos y actrices, había sobrevivido y se mantenía en la brecha en los años 70.
Juan Pedro González
Extraído del Cartagena 21 Soul Club, nº3 (marzo del 94)